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sábado, 2 de febrero de 2013

DE CANARIAS A GALICIA, IDA Y VUELTA




HELENA PÉREZ FELIPE


Periodista y natural de Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias), España. Después de 10 años de dedicación a la profesión periodística, decidió abandonarla y comenzar una nueva etapa, contando entonces con 36 años. Dejó su lugar de nacimiento para emprender una nueva aventura en Galicia, comunidad a la que llegó con su coche, su perro y sus ganas de empezar de nuevo. Tras cuatro duros años y por motivos de supervivencia económica ha vuelto a su tierra natal y retomado la carrera que nunca llegó a abandonar, aunque ahora prefiere decirse comunicadora más que periodista. En un momento en el que el término de moda es “reinvención”, ella la afronta con un único objetivo: sentirse bien haciendo lo que haga y siempre desde la visión interior. A partir de los cuarenta publica hoy un texto de esta comunicadora que inicia una nueva etapa llena de proyectos

¿Se puede llegar a los cuarenta años sin desarrollar tu misión de vida? Sí, al menos ese es mi caso. Y cuando eso ocurre, una mujer sabia y amiga dice que “el alma es infeliz”. Añade: “el cielo no permitirá que se obstaculice la creatividad”. Habla de mi creatividad, al parecer, la cual lucha por darse a conocer en la vertiente literaria desde muy pequeña. Curiosamente, después de disfrutar de la sabiduría y amorosa presencia de esta amiga, tenía previsto acudir a la conferencia de otra mujer, amiga también, para oírla hablar del poder de la palabra escrita. A ella le escucho decir: “somos lo que escribimos y escribimos lo que somos”. Dos horas después aquí estoy, intentando ser a través de lo que he venido hacer, escribiendo. Sé, fehacientemente, que nada ocurre por casualidad, así que atribuyo a estas dos experiencias de esta tarde de enero el hecho de que estés leyendo estas líneas en el blog de otra mujer sabia y amiga (qué afortunada me ha hecho el universo a este respecto).
En tiempos en los que continuamente oigo que hay que reinventarse, reflexiono sobre mi reinvención y después de mucho pensar cómo hacerlo caigo en la cuenta que esa, mi reinvención, pasa por volver al origen, a lo que estaba marcado para mi nada más nacer, mi misión de vida: crear. Claro que tener que llegar a los cuarenta para entender esto es, por decirlo suavemente, “de juzgado de guardia”. Tengo que ser precisa. Señales de lo que debía ser y hacer ha habido siempre. Con siete años me escondía en casa de mi abuela para leer las novelas de su sencilla colección y en el “pollo” de su cocina escribí mis primeros cuentos. Con diez años apuntaba en pequeñas libretas lo que había sido mi día y con 12 me llevaba todos los premios de redacción de mi clase. Me costó elegir carrera universitaria, no crean, pero me decidí por el periodismo porque “era una forma de escribir”. Así se lo dije a una de las profesoras que nos preguntó la primera semana de clase por qué estábamos allí. Desde entonces he escrito, sí, y mucho, pero parece que no lo que debía porque “mi alma es infeliz”. De hecho, he estado perdida mucho tiempo. He dejado mi casa y he vuelto, he dejado el periodismo y he vuelto, he dejado el corazón en el camino y he vuelto a recogerlo…, pero, aquí estoy, dando a conocer públicamente un escrito hecho desde el sentimiento y la emoción, no un escrito puramente informativo como hasta ahora. Con más de cuarenta creo que empiezo a desarrollar mi misión de vida. Y como le digo a una de las fundadoras de este blog “aún tengo media vida por delante”, porque hoy en día haber vivido cuarenta años es haber vivido solo la mitad y hay tanto que insuflarle a la otra mitad. ¿No crees?

La música que inspira a Helena




1 comentario:

  1. Crear. Escribir. Esa creatividad desarrollada desenvoca, inevitablemente, en una identidad asumida que transforma la visión de mundo. La acción que implica escribir, si se realiza en un marco de libertad, finalmente obliga al “darse cuenta” que nos describe la autora. Cuando el que escribe tiene, simbólicamente, al “otro” enfrente ese proceso “dialógico” es auténticamente un acto de trascendencia. No importan, entonces, los años. Crear. Escribir.

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